Ir al contenido

Ansiedad

Ansiedad

RESPUESTA ADAPTATIVA

Ansiedad

Seguramente, si le preguntamos a cualquier persona que es lo primero que le viene a la mente cuando habla de ansiedad, señalará los muchos síntomas por los que se puede reconocer una respuesta ansiosa: dolencias en el pecho, agitación de la respiración, sensación de que el corazón se «desboca», nuetra mente funcionando a 1.5 cual audio de WhatsApp acelerado… Muy poca gente, si tuvieramos que elucubrar, nos señalaría los elementos beneficiosos de la misma. Sí, beneficiosos. Y es que la ansiedad, como respuesta, tiene una función adaptativa ante la posible presencia de estímulos que podríamos llamar amenazantes. De esta forma, trata de protegernos, siendo algo que nosotros aprendemos. Algo así como una herramienta de prevención. Seguro que eso no lo habías pensado antes, ¿o sí?

Pero entonces, ¿cómo es que la asociamos a todos los síntomas que hemos recogido en el primer párrafo. Esto es porque, como herramienta, puede también presentarse de forma desajustada, interfiriendo con nuestro día a día. Por ejemplo, cuando presenta un mensaje útil, pero lo presenta con tanto volumen, que no podemos escuchar otra cosa. O, también, cuando nos presenta escenarios muy poco probables… que cada vez los vemos más reales. Y claro, no podemos dejar de prepararnos para ellos, enredándonos cada vez más en ese sistema de alarma que va cogiendo forma de arenas movedizas.

Es por ello que, aprender a relacionarnos con la ansiedad, por muy desagradable que sea, puede resultar beneficioso. Pretender eliminar ese sistema de alarma puede ser complicado. ¡Hasta contraproducente! Pero, si conseguimos aprender a escucharlo, sin por ello perder de vista nuestras metas y objetivos, podremos devolver esta respuesta a su lugar: el de respuesta adaptativa. Si te encuentras «enredado/a» en esta respuesta, y quieres echar un vistazo a cómo salir de esas arenas movedizas.

Gonzalo Calvo Psicologo General Sanitario